Boca perdía 1-0 y sufría más de la cuenta. Cuando el partido se moría, Rivero se proyectó, sacudió los palos y Silva le dio el pase a semis. Ahora llega la U de Chile o Libertad o Vélez, si pasa a Santos.
¿Cómo no gritarlo así? ¿Cómo no cabecear el palo del córner como hizo Silva? ¿Cómo no darle vía libre a la locura después de un partido más sufrido que jugado? Boca ya tendrá tiempo de analizar que no jugó bien, que le costó más de la cuenta, que estuvo ahí de quedarse afuera de todo. Pero, como dijo Riquelme, una vez hicieron tres pases seguidos y el Tanque entró llevándose todo puesto para el empate salvador, a los 45 del segundo tiempo.

El ingreso de Mouche y luego, de Sánchez Miño, no llegó a darle el aire suficiente para evitar los penales. Es más, casi de casualidad, Fluminense no metió el segundo. Falcioni ya pensaba la lista de jugadores para patear los penales cuando llegó lo que ni el más optimista fana de Boca podía imaginarse. Pero Rivero creyó y fue a buscar el pelotazo largo, Silva también creyó y siguió la jugada.
Un empate con gusto a triunfazo. Un gol agónico con olor a suerte de campeón. Con el Tanque Silva llorando (volvía de un desgarro) y todos abrazados a la ilusión copera que los desvela.
FUENTE: Diario Ole
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